El coronavirus ha provocado muchos cambios en nuestras sociedades. Una de las secuelas ha sido el incremento del estrés psicológico. Los temores sobre los impactos del virus en la salud, las preocupaciones por los miembros de la familia, el aislamiento social extendido, los problemas económicos y la incertidumbre han causado angustia a personas de todo el mundo. Esto ha tenido consecuencias en la salud mental de algunas personas y se han incrementado los casos de ciertos trastornos y agravado otros. Una encuesta reciente de la organización Mental Health Research Canada señala que la salud mental se ha visto gravemente afectada durante la pandemia, y ha habido un incremento importante en las tasas de ansiedad y depresión. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió a mediados de mayo del 2020 que la crisis del coronavirus y sus consecuencias afectarían la salud mental de muchas personas. La organización explicó que se podría registrar un aumento de los suicidios y de los trastornos, y pidió a los gobiernos que no dejasen de lado la atención psicológica.
La OMS detectó un incremento de la angustia de un 35% en China, un 60% en Irán o un 40% en Estados Unidos, tres de los países más afectados por la pandemia. Entre los colectivos más afectados se encuentran los profesionales que han estado más expuestos al virus, tanto aquellos vinculados al ámbito sanitario como aquellos que han llevado a cabo otras tareas esenciales. Algunos de ellos tienen mucho miedo de llevar el virus a casa.
Las personas que han sido contagiadas por el coronavirus y los familiares que no han podido despedirse de sus seres queridos fallecidos a causa de la enfermedad Covid-19 también han resultado muy afectadas emocionalmente.
También se verán perjudicadas en este sentido las personas que han tenido o tendrán graves dificultades económicas durante los próximos meses. La cuarentena ha provocado que muchas personas se queden sin trabajo. Esta situación ha provocado que se agraven las desigualdades sociales y la pobreza.
Las personas con trastornos de salud mental previos tienen un riesgo importante de recaídas. Los niños y adolescentes, que están acostumbrados a salir a la calle, también pueden tener altas tasas de depresión y ansiedad.
Durante el confinamiento hemos pasado muchas horas encerrados en casa y sin poder ver a nuestros familiares y amigos. Poco a poco, la estricta cuarentena se va levantando. Pero hay personas que ahora se niegan a salir a la calle. Este temor se conoce como “síndrome de la cabaña”. Es importante especificar que no se trata de una patología como tal. Este síndrome implica el miedo a contactar con otras personas fuera del hogar, el temor a realizar actividades que antes eran cotidianas como trabajar fuera de casa, viajar en transporte público, relacionarnos con otras personas conocidas.
Las personas que pasan el confinamiento solas tienen más posibilidades de desarrollar el “síndrome de la cabaña”. No tener ningún contacto físico o cercano con otra persona de forma presencial puede haber creado una forma de rechazo a lo que ahora es excepcional para ellas: el contacto con los demás.
Para superar este miedo, se recomienda empezar a salir de forma gradual y aprender a reconocer las necesidades de cada uno. También es recomendable seguir todos los protocolos de seguridad: las pautas de distanciamiento social, lavarnos las manos frecuentemente, cumplir los horarios y usar mascarilla, de manera que tengamos mayor sensación de seguridad.
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